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Lo que sucedió entre JOSE Y FARAON – lee esto!

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pdf Lec 5 - José y Faraón (1 de octubre) Alumno 2 KB 716

Génesis 41. Al llegar a Egipto, Potifar, un oficial de la guardia del palacio de Faraón, compró a José. Gracias a la bendi­ción del Señor, pronto fue puesto a cargo de toda la casa. Cuando la esposa de Potifar trató de seducirlo y lo acusó falsamente de agresión, fue encarcelado por algunos años. Incluso allí. Dios lo preparó para un papel importante en la historia de Israel.

[dropcap]D[/dropcap]ios dijo a su pueblo: «Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios» (véase Éxodo 6:7; Isaías 46:4; Jeremías 30:22). Esto se une a la promesa de que Dios viviría entre ellos (véase Levítico 26:12; Éxodo 29:45). Esto refleja la relación entre Dios y el ser humano en el huerto del Edén antes de la Caída, y también anun­ cia la salvación que viene al mundo a través de Cristo (véase Zacarías 2:11; Apocalipsis 21:3).

La promesa comienza a tomar forma entre los patriarcas, especialmente José. A través de esta lec­ ción, veremos cómo Dios preserva José también en Egipto y la fidelidad de José hacia Dios.

Parte 1—Los perturbadores sueños de Faraón

□ Los sabios perplejos Génesis 41:1-8

Cuando retomamos la historia de José, él está en pri­ sión donde había interpretado los sueños del jefe de los coperos y del jefe de los panaderos. El panadero había sido ejecutado, y el copero había sido restaurado a su posición, pero había olvidado a José.

Faraón era el principal legislador y juez, así como la autoridad suprema en materia religiosa. Se creía que los sueños eran evidencia de una conexión especial entre un rey y lo divino. ¿Entonces cómo podría él estar luchando por comprender un asunto espiritual como este? Faraón necesitaba respuestas, pero ¿adonde iría?

Los dos sueños de Faraón contenían algunos detalles importantes (w. 1-7). El río Nilo era la fuente de poder, fertilidad, prosperidad y vida de Egipto. La vaca era un símbolo del mismo Egipto, así como una representación de al menos uno de sus dioses. Por consi­guiente, los sueños de Faraón se centraban en dos símbolos fundamentales de la vida y el poder de Egipto. Además, los egipcios consideraban significativo el número siete, por lo que no es de extrañar que Faraón fuera despertado con cada uno de estos siniestros sueños.

A la mañana siguiente, Faraón llamó a sus principales asesores: «magos…y sabios» (v. 8). Todos habían sido entrenados en las misteriosas artes sobrenaturales de la época, y Faraón esperaba que estos hombres le pudieran ofrecer algún entendimiento. Sin embargo, «no había quien los pudiese interpretar» (v. 8).

□ José: nunca más olvidado Génesis 41:9-13

Había pasado dos años desde que José interpretara el sueño del copero de Faraón, y él seguía en prisión, abandonado y olvidado (Génesis 41:1). Pero ante la crisis de Faraón, el copero se acordó de José, y le relató a Faraón la experiencia. Es difícil imaginar que el copero olvidara su promesa después de que José le dijo correctamente que sería liberado y ascendido y que el jefe de los panaderos sería ejecutado (40:9-13, 16-19). Estos dos años prueban que Dios soberanamente estaba resolviendo las cosas en su tiempo perfecto.

Cuando le hablaron sobre este humilde esclavo hebreo que languidecía en prisión, Faraón estaba desesperado y listo para escuchar a cualquier persona con revelación o entendimiento divino, sin importar de dónde viniera el intérprete o de qué se le acusara. Dios había resuelto las cosas y, en ese momento clave, José podía ser llamado a hacer lo que ningún mago había hecho.

Parte 2-lnterpretación y plan dados por Dios a José

□ Sólo José responde la pregunta del Faraón Génesis 41:14-32

Al escuchar la historia del copero, Faraón rápidamente mandó llamar a José. Antes de comparecer ante el rey, José se cambió de ropa y fue presentado como un hombre libre y consejero para el rey. José sabía que Dios le había dado los sueños a Faraón, y solo Él podía decirle a Faraón lo que significaban (v. 16).

Cuando Faraón describió las vacas de su sueño, declaró: «No he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto» (v. 19). Si bien era un testigo ocular de lo que estaba sucediendo en su sueño, era incapaz de intervenir. Sólo podía observar cómo las vacas flacas se comían a las vacas sanas y permanecían tan flacas como antes (v. 21), y el grano marchito devoraba al grano sano (w. 22-24). La oscuridad de estos sueños perturbó pro­ fundamente a la persona más poderosa de Egipto

A diferencia de los magos, José rápida y concisamente transmitió las palabras que Dios le dio (w. 25-27). Cada sueño llevaba el mismo mensaje: algo robusto, hermoso y sano sería devorado por algo enjuto, marchito y enfermizo. Egipto disfrutaría de siete años de prosperidad seguidos de siete años de hambruna tan severa que la prosperi­dad se desvanecería rápidamente de la memoria (w. 28-31). «Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla» (v. 32). El Dios que es soberano sobre reyes y faraones, pronto cumpliría sus palabras.

□ José da instrucciones a Faraón Génesis 41:33-36

José dio consejos no solicitados y sin filtrar a un gobernante con un poder inigualable y una autoridad irrefutable (Génesis 41:33-36). Pero José pronunció las palabras de Dios. Su consejo fue sabio: encontrar a alguien para administrar la obra. Designar gobernadores para supervisar el almacenamiento del veinte por ciento de los cultivos en cada uno de los años buenos. Asegurarse de que el almacenamiento estuviera protegido. Esto garantizaría una alimentación adecuada durante los siete años de escasez. El versículo 36 termina con una fatídica profecía: «De lo contrario, el hambre destruirá la tierra» ( n t v ) . El futuro de Egipto se basaba en las palabras de un esclavo hebreo.

Observe la valentía de José. Habló específicamente sobre los sueños, y luego descri­bió pasos específicos que alterarían la economía de Egipto y sin duda perturbarían la manera en que funcionaba la sociedad. Si se hubiera equivocado, Faraón habría termi­ nado con su vida sin pensarlo dos veces. Si bien no enfrentamos tales riesgos hoy, hay veces en que necesitamos valor para rendirnos a Dios y confiar en su plan para nosotros.

Parte 3 – La fidelidad de José es recompensada

□ José es elevado Génesis 41:37-46

Complacido con las sugerencias de José, Faraón reconoció la presencia de Dios en la vida de José: «¿Acaso hallaremos a otro hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?» (Génesis 41:38). Un faraón egipcio, considerado él mismo como una deidad, observaba el Espíritu de Dios en José. Faraón dijo: «Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú» (Génesis 41:39). José fue puesto a cargo de la corte de Faraón. Solo el propio Faraón superaría en rango a José en todo Egipto.

José fue vestido con atuendo real y se le dio el anillo de Faraón. Se instruyó al pueblo que se arrodillara en reverencia a él (w. 41-43). José había recibido un nivel insuperable de honor y autoridad en Egipto. Faraón también le dio a José un nuevo nombre y una esposa (v. 45). Su nuevo nombre era un nombre pagano dado por un rey pagano, pero de ninguna manera implicaba una aceptación de la religión pagana. Ahora de treinta años (v. 46), por el favor de Dios, José había ascendido a los rangos más altos de Egipto en solo trece años. Dios también nos coloca en diversos roles mientras construye su reino, pero debemos esforzarnos por mantenernos libres de la contaminación de este mundo.

□ José se acuerda del Señor Génesis 41:47-57

José comenzó la preparación para la hambruna. Durante los años de abundancia, guardó grandes reservas de alimentos, tanto «hasta no poderse contar» (v. 49). Entonces, tal como había dicho José, una hambruna devastadora golpeó a Egipto y a las naciones vecinas. Gra­ cias a la sabiduría que Dios le dio a José, pudo distribuir alimentos al pueblo de Egipto y también a otras naciones, (w. 53-57). A través de todo esto, José dio gloria a Dios. Cuando nombró a sus dos hijos Manasés y Efraín (w. 50-52), recordó las bendiciones de Dios y su consuelo y compasión.

¿Qué nos dice Dios

A veces quizá nos preguntemos cómo podemos influir en el mundo que nos rodea y en las personas que tan desesperadamente necesitan a Jesús. José nos recuerda que nuestra fidelidad es un testimonio que el Señor puede usar para ayudarnos a ministrar a los demás.

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