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El florecimiento del ministerio y el martirio de Esteban

El evangelio es el poder de Dios para la salvación. Hechos 6:7 Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén.

En esta lección veremos el patrón continuo de cre­cimiento de la iglesia seguido de oposición, lo que llevó a más crecimiento de la iglesia. Cuando la mano de Dios está obrando activamente, ningún complot de Satanás puede detener sus planes. En lugar de desanimarse por los desafíos, la iglesia pri­mitiva buscó la dirección de Dios y enfrentó las dificultades. Aun después de la muerte de uno de los suyos, la Iglesia no se detuvo, sino que continuó anunciando el evangelio.

La iglesia primitiva aprendió a ser más eficaz en el ministerio a medida que los creyentes abordaban los problemas que surgían. Aprendieron a involucrar a más personas en diversas áreas del ministerio. Apren­ dieron que otras personas además de los apóstoles podían realizar milagros y proclamar el evangelio. También aprendieron que proclamar el evangelio tiene un costo, pero bien vale la pena el costo. Que aprendamos de su ejemplo para que seamos más efi­ caces en proclamar el evangelio.

Parte 1—Una iglesia que se multiplica

□ Dolores de crecimiento Hechos 6:1-6

Debido al rápido crecimiento de la iglesia primitiva, algunas viudas eran desatendidas en la distribución diaria (Hechos 6:1). Estas mujeres judías de habla griega habían venido de otros países y era posible que no hablaban arameo. La barrera del idioma podría haberlas hecho sentir incómodas acerca de buscar ayuda.

Cuando los apóstoles se dieron cuenta del problema, reunieron a los creyentes. Con­cluyeron que se necesitaban ayudantes para abordar el problema, de modo que los apósto­les pudieran concentrarse en su tarea principal de predicar la Palabra (w. 2-4). Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu para asumir esta responsabilidad. Los apóstoles oraron por ellos y les impusieron las manos (w. 5-6).

A medida que una iglesia crece, se pueden pasar por alto algunos asuntos importantes. En la iglesia primitiva, los apóstoles abordaron la situación involucrando a más personas en el ministerio a las necesidades de la congregación. La selección de hombres de habla griega (se deduce porque los siete tenían nombres griegos) mostró sabiduría. Estos siete probablemente tenían conexiones con aquellos en la minoría desatendida, y podían aten­ der más eficazmente sus necesidades. Cada uno de nosotros tiene un lugar donde servir dentro del cuerpo de Cristo. Encontrar ese lugar de servicio permite a las iglesias ministrar eficazmente tanto a los creyentes como a los no creyentes.

□ Crecimiento sostenido Hechos 6:7

Lucas usó varias declaraciones sumarias en Hechos para resaltar cómo el Señor sostuvo el crecimiento de la Iglesia Primitiva (Hechos 2:41; 4:4; 5:14). Hechos 6:7 es una de esas declaraciones y sirve como una coyuntura importante en la historia de estos creyentes. A pesar de presiones externas y problemas internos, proclamar el mensaje de Cristo siguió siendo la prioridad. Como resultado, se multiplicó el número de personas que llegaron a la fe. El alcance del evangelio se extendió a todos los segmentos de la sociedad en Jerusalén. Incluso «muchos de los sacerdotes» (v. 7) creyeron.

En un sentido, Hechos 6:7 describe el clímax del ministerio de la Iglesia en Jerusalén. El capítulo 6 continúa con el ministerio de Esteban, uno de los elegidos para el ministe­rio de atención a las viudas. El capítulo 7 concluye con su muerte, después de la cual un aumento en la persecución hizo que muchos creyentes abandonaran la ciudad.

Cuando somos fieles en proclamar el evangelio en el poder del Espíritu, las personas llegarán a la fe en Jesús. La persecución desde afuera de la iglesia y los problemas internos no impedirán que el Señor edifique su Iglesia.

Parte 2-Oposición a la enseñanza y al ministerio de poder

□ Poderoso en obras y palabras Hechos 6:8-10

Uno de los elegidos para servir a los necesitados de entre los creyentes también fue usado poderosamente por el Señor para proclamar el evangelio. Esteban, aunque no era uno de los apóstoles, realizó milagros y señales en el poder del Espíritu. Estas maravillas abrieron oportunidades para que Esteban les hablara a otros acerca de Jesús (Hechos 6:8).

Evidentemente, Esteban ministró entre los judíos que habían llegado a Jerusalén desde otras partes del mundo. Algunos hombres de una de las sinagogas que atraía a tales judíos comenzaron a debatir con Esteban. La escena comenzó con un diálogo abierto, tal vez un debate sobre las Escrituras y cómo se relacionaban con Jesús como el Mesías. Los argu­ mentos de Esteban, alimentados por el poder y la sabiduría del Espíritu Santo, no podían ser refutados (w. 9,10). Este relato sobre Esteban muestra que los creyentes que no son apóstoles (o pastores) pueden ministrar en el poder del Espíritu.

□ Poderoso en la adversidad Hechos 6:11-15

Cuando los que se oponían a Esteban no pudieron ganar el debate, tergiversaron sus palabras y las usaron en su contra. Persuadieron a algunos hombres a afirmar que lo que Esteban decía era una blasfemia contra Moisés y Dios (v. 11). Agitaron al pueblo y a sus líderes con sus falsas acusaciones (w. 13,14). Afirmaban que Esteban enseñaba que Jesús iba a cambiar la forma en que los judíos adoraban y su forma de vida.

Los acusadores de Esteban lo llevaron por la fuerza al «concilio» (Sanedrín). Allí con­tinuaron acusando a Esteban de «hablar palabras blasfemas contra [el] lugar santo y contra la ley de Moisés» (Hechos 6:13). En contraste con la bravuconería de sus acusadores, Este­ ban mantuvo la calma. Además, su rostro brillaba como el de un ángel. Quizá su apariencia hizo que algunos en el concilio recordaran cómo brillaba el rostro de Moisés cuando venía de estar en la presencia de Dios (Éxodo 34:29-35). ¿Fue esta una forma en que el Señor mostró su aprobación de Esteban y su mensaje?

Podemos sentirnos nerviosos de compartir nuestra fe. Como en el caso de Esteban, el rechazo del mensaje puede resultar en oposición al mensajero. Felizmente, tenemos al Espíritu Santo obrando en nuestro favor, dándonos el valor y el poder para permanecer en la misión.

Parte 3-EI primer mártir cristiano

□ La defensa de Esteban Hechos 7:1,2,51-53

Esteban tuvo la oportunidad de defenderse (Hechos 7:1,2). Comenzando con el llama­ miento de Moisés, Esteban abordó los cargos de blasfemia mostrando que tenía una fe tan firme como la de sus oyentes en que Dios mismo había establecido la religión del pueblo judío.

Valientemente, Esteban acusó a sus oyentes de rechazar la obra de Dios en su favor (w. 31-53). ¿Acaso no comprendían que Dios es demasiado grande para estar contenido en un templo construido por seres humanos, como había dicho el profeta Isaías? ¿Les encan­taba realmente escuchar la historia judía? Entonces no debían olvidar que sus antepasados habían rechazado repetidamente el plan de Dios para ellos, incluso matando a sus mensa­ jeros. Las personas que incriminaban a Esteban en ese momento eran exactamente como sus antepasados, porque habían rechazado y habían dado muerte al Mesías. Al hacerlo, desobedecieron la misma Ley que decían defender.

Las palabras de Esteban brotaron de un corazón quebrantado por su pueblo. ¿Cómo podían estar tan ciegos a la verdad acerca de Jesús? ¿Por qué debían ser como sus antepa­sados que resistieron la obra del Espíritu Santo en su corazón? Como Esteban, debemos defender con mansedumbre y reverencia lo que creemos (1 Pedro 3:15,16).

□ La muerte de Esteban Hechos 7:54-60

La ferviente súplica de Esteban a sus oyentes para que dejaran de resistir a la obra del Espíritu Santo y aceptaran a Jesús como el Mesías produjo una respuesta drástica (Hechos 7:54). Cuando Esteban describió su visión del Cristo exaltado, los líderes judíos lo arras­ traron fuera de la ciudad y lo apedrearon (w. 55-58).

Cuando los líderes judíos condenaron a Jesús, fueron calculadores y astutos. Su ejecu­ ción de Esteban fue espontánea, fomentada por la ira y, hasta cierto punto, por el resenti­ miento hacia los seguidores de Jesús y su desprecio por la autoridad del concilio.

Aun en su muerte, Esteban siguió el ejemplo de su Señor Jesús. Encomendó su espí­ ritu al Señor y pidió perdón por quienes le quitaron la vida. El fiel testimonio de Esteban impactó a Saulo (Pablo) cuyo ministerio no había comenzado.

¿Qué nos dice Dios?

Debemos proclamar el evangelio para que la gente acepte a Cristo como Salvador, así como abordar cualquier distracción de esa misión con compasión y sabiduría piadosas del Espí­ritu. La oposición no debe distraer a la Iglesia de su misión, sino hacer que los creyentes permanezcan llenos del Espíritu, sabiendo que Él es la fuente de su valentía y poder.

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